En la puerta de entrada al Valle de Chalinga, en la comuna de Salamanca, la Comunidad Diaguita Taucán construyó un invernadero y un vivero de plantas nativas de la zona precordillerana del Norte Chico con la idea de ser un centro comunitario demostrativo de buenas prácticas ambientales, valoración de la biodiversidad local y fuente de información para la promoción de la salud basada en el uso ancestral de plantas medicinales.
El Seremi del Medio Ambiente, Eduardo Fuentealba, explica que esta iniciativa es una de las ganadoras del Fondo de Protección Ambiental Indígena del Ministerio del Medio Ambiente y CONADI, que financia iniciativas que solucionen problemáticas ambientales identificadas por estas organizaciones y se encuentren estrechamente relacionadas con su vínculo sagrado con la tierra.
“El objetivo principal de este proyecto fue el rescate de parte de la cultura diaguita y del conocimiento sobre el cultivo de muchas de hierbas y plantas medicinales que se han recuperado del valle. Además, se ha realizado una labor de educación ambiental con la comunidad sobre el uso de terapéutico de las especies vegetativas”, destaca el Seremi.
En los talleres guiados por monitores ambientales, habitantes de distintos puntos de Salamanca además aprendieron buenas prácticas agrícolas, fertilización del suelo en armonía con el medio ambiente y técnicas de conservación de los recursos naturales.
Teresa Olivares, presidenta de la Comunidad Diaguita Taucán, plantea que en los pueblos originarios “tenemos la convicción que la medicina la tenemos a la mano en la misma naturaleza (…) Es un conocimiento que uno hereda de nuestros abuelos, por lo tanto, aprendemos desde la niñez los usos medicinales de las hierbas”. Añade que las plantas que cultivan son para proteger el sistema respiratorio, digestivo, urinario y neurálgico, ejemplificando que utilizan hierbas como la salvia, romero, tomillo, malvarrosa, entre otras.
La Comunidad Diaguita Taucán es segunda vez que resulta ganadora de un Fondo de Protección Ambiental Indígena. En su primer proyecto impartieron talleres de educación ambiental para que vecinos, estudiantes y profesores aprendieran técnicas sobre el uso sustentable del agua en tiempos de sequía. Para ello, construyeron 10 estanques de greda con iconografía diaguita, con una capacidad de 1000 litros cada uno, que complementan las reservas de agua en su sistema de APR (Agua Potable Rural).